Cuento

NOELI BELZARENA TESTA

 

NUEVO HOGAR PARA LA FAMILIA
(Cuento infantil)

Las vacaciones de semana Santa, las pasábamos siempre en el campo de los abuelos. Era un momento mágico, de reunión familiar.
Unos días antes, ya con el campo en la mente nuestro rendimiento escolar era bajo, pues nos estábamos preparando mentalmente para los días que vendrían.
En todo momento libre, mis hermanos y yo hacíamos listas, para no olvidar nada. Las mismas eran retocadas continuamente o vueltas a hacer. No podía faltar: cañas de pescar, juegos de mesa por si llovía, botas de montar, las cometas, libros y un sin fin de cosas útiles para pasar una semana grandiosa. Por fin llegó el viernes, la maestra vio que los niños estábamos inquietos. Todos o casi todos teníamos programa para la siguiente semana.
Por fin la clase terminó. Le dí un beso a la maestra y salí casi corriendo. En la puerta del colegio ya estaban mis hermanos esperándome. Nos fuimos sin perder más tiempo. Teníamos mucha tarea en casa.
Cuando estuvimos en casa, mamá se asombró por lo rápido que habíamos llegado y sonriendo dijo: - ¡como se nota que nos vamos de paseo! Espero que cada uno arregle sus cosas, luego yo verifico para que no falte nada.
Sábado ¡por fin! Nos levantamos todos sin necesidad de ser llamados varias veces como habitualmente ocurría en las mañanas. El día transcurrió agitado.
A la tarde partíamos.
Este era un día muy especial. Papá ya tenía cargada la camioneta con los comestibles, muchas botellas de agua mineral, las enormes bolsas con la típica galleta de campaña que mamá encargaba con anticipación en la panadería “La estrella”. Las verduras y frutas en enormes canastos de mimbre. También estaban los bolsos con la ropa y calzado de toda la familia.
Cuando todo estuvo cargado, nos apresuramos a subir, y nos acomodamos en el asiento trasero junto a nuestra mascota “Rulo”, el pequeño caniche.
Llegamos al campo al atardecer. Nos detuvimos un momento para ver los rojos y ocres del cielo que estábamos acostumbrados a observar en el litoral uruguayo. Siempre diferentes pero impactantes por su belleza.
Fue un momento mágico ante semejante regalo de la naturaleza. Lo disfrutamos al máximo hasta que las sombras de la noche cayeron definitivamente.
Nuestra madre había llevado la cena pronta, así que solo tuvimos que sacar la ropa de los bolsos y hacer las camas.
La casa estaba muy fría, encendimos la estufa y ayudamos a mamá a tender la mesa. Cenamos temprano y nos fuimos a dormir.
Al otro día nos levantamos al amanecer. Salimos con mi padre a recorrer el campo en la camioneta. Papá quería ir a ver dos tajamares nuevos que había construido en un potrero que no tenía aguadas naturales.
Nos acompañaba Serafín – el capataz – un hombre muy entendido en asuntos rurales. Nosotros íbamos en la caja de la camioneta, tan felices que no sentíamos el aire frío que nos golpeaba la cara y la hacía poner roja.
Cuando llegamos a los tajamares vimos con sorpresa que eran dos grandes lagunas que hasta hace unos meses no eran otra cosa que dos pozos secos. Ante nuestra sorpresa Serafín nos dijo que se habían llenado con agua de lluvia y que hasta tenían muchos peces, a lo que preguntamos a coro:
¿Cómo que hay peces? ¿como hicieron para llegar allí?
La naturaleza es sabia dijo Serafín, - pero no nos dio ninguna explicación. Nos bajamos todos de la camioneta. Mi padre y Serafín comenzaron a recorrer la orilla del tajamar grande, nosotros los seguíamos a corta distancia, haciendo sapitos en el agua con pequeñas piedras.
En un momento nos acercamos a mi padre y escuchamos que Serafín decía: Mire patrón, descubrí que en el tajamar se ha instalado una familia de nutrias que hacen hoyos y provocan pérdidas de agua importante. Si siguen allí éste tajamar no le va a dar resultado. Bueno…. Serafín, ¿Cómo cree que podemos solucionar esto?
Déjelo por mi cuenta, ya me encargaré de ellas de manera que no molesten más. Cuando escuchamos estas palabras pensamos lo peor. Creíamos que Serafín era una buena persona, nunca pensamos que sería capaz de exterminar a los pobre animalitos.
Pasamos la mañana muy pensativos, tanto que mamá se preocupó por nuestro comportamiento. Comenzamos a pensar en un plan para salvar a la familia de nutrias. Después del almuerzo nos reunimos a la sombra del enorme árbol que había al frente de la casa. Conversábamos en voz baja para que nadie sintiera que tramábamos algo. Luego de una extensa charla y frente a todas las posibilidades creímos que el plan de mi hermano mayor sería bueno.
Sabíamos que el mismo requería de sacrificio. Mi hermano menor sugería decirle a nuestro padre lo que íbamos a hacer. Finalmente lo decidimos por votación, y resolvimos por mayoría decirle a papá.
Esa noche, en la cena, lo hablamos, le dijimos que temíamos por lo que pudiera hacer Serafín, entonces papá decidió ayudarnos y agregó: Serafín no le va a hacer nada malo a las nutrias, tal vez piense cambiarlas de lugar.
A la mañana siguiente, cuando apenas se insinuaban las luces del alba, salimos en la camioneta. A pesar de estar muy abrigados el frío de la madrugada nos hizo tiritar. Llevábamos unas mantas, una linterna, un botellón de agua, un termo con café bien caliente y el mate para cebarle a papá. Tampoco faltó una bolsa grande con galleta de campaña, y un buen pedazo de queso. Debíamos tener provisiones pues la tarea nos podía llevar toda la mañana. Aprovechamos ese día porque Serafín debía ir a recorrer otra parte del campo, así nuestros movimientos no llamarían su atención.
Cuando llegamos al tajamar comenzamos a buscar el escondite de las nutrias. Recorrimos toda la orilla, hasta que encontramos a la madre saliendo de un gran hoyo en un lado del tajamar que se comunicaba con el otro más pequeño. Si,… efectivamente estos simpáticos animalitos terminarían por estropear todo.
Comenzamos a perseguirla, la agarramos enseguida, la subimos a la camioneta sujetándola para que no escapara. Con sorpresa descubrimos que estaba solo la hembra con sus crías en la madriguera. Los pequeños estaban en un lugar bien protegidos de los depredadores.
Con una rama larga y flexible comenzamos a buscar en el hueco. Luego de un largo rato de búsqueda, vimos salir a una pequeña y hermosa nutria. Un bellísimo animalito que tomamos cariñosamente entre nuestras manos. Lo pusimos junto a su madre, en el momento que mi hermano menor gritó:
¡Ahí viene otro!
Y así uno a unos fueron saliendo. Sacamos seis y pensando que era la última subimos todos a la caja de la camioneta, en el momento que veo salir otra, temblorosa y asustada. Corrimos a buscarla. Decidimos entonces esperar un rato y miramos dentro del hoyo alumbrando con la linterna para no dejar ninguno.
La nutria madre se quedó tranquila cuando tuvo a toda su prole reunida. Nosotros también nos habíamos sosegado, pues gran parte del plan rescate estaba realizado.
Cuando llegamos al arroyo, papá estacionó la camioneta en una bajada que conducía directamente al agua. La mañana avanzaba hacia el mediodía, el sol había comenzado a picar, nos protegimos con nuestros sombreros y comenzamos con la tarea de liberación. Liberamos primero a la madre para que ella luego pudiera acomodar correctamente a sus crías.
Culminada la tarea fue tan hermoso ver a la familia reunida en su nuevo hogar, protegida de Serafín que… vaya uno a saber que hubiera hecho con ella. Regresamos a la casa justo a la hora de almuerzo, felices con la misión cumplida. Mamá nos estaba esperando y al vernos a todos embarrados, nos preguntó:
¿Qué estuvieron haciendo que vienen tan sucios?
Buscando un nuevo hogar para las nutrias del tajamar.

PREMIADO CON MENCION DE HONOR EN AEDI ( ASOCIACION DE ESCRITORES DEL INTERIOR) EN MARZO DE 2011

 

 

LA COLMENA
(Cuento infantil)

 

Llegó la abeja muy agitada a la colmena, el batir de sus alas era nervioso; casi sin aliento se tendió en el suelo para reponerse.- Inmediatamente la rodearon sus hermanas quienes muy alarmadas preguntaron a coro.-
- ¿Qué pasa, que pasa?
La abeja respiró profundamente y luego aclarando un poco la voz dijo:
- Acabo de ver al hombre de las botas largas y esa máquina cruel que derriba todo los árboles del monte.-
¿Cómo?- dijeron todas a la vez.-
- Si, el leñador, y también vi como masacraba cruelmente las colmenas de nuestras vecinas.- - ¿Y para nosotras, hay señales de amenaza?,
dijo tímidamente una abejita del grupo.-
- Claro que si, tenemos que pensar rápidamente algo que nos salve del enemigo.- Inmediatamente fue solicitada la presencia de la reina que, por su jerarquía y rango era quien debía decidir que decisión tomar.
- Apareció la reina seguida de su séquito, la que con voz firme dijo:
- Me he enterado que una abeja de nuestra colmena ha traído malas noticias.-
- Si, mi reina- dijo la abejita– he visto un hombre en el monte que está cortando varios árboles, muchos de ellos con las colmenas de nuestras vecinas.-
- Estás segura de lo que has visto – dijo la reina.-
- Si, y me temo que éste hombre no sea el único que anda por ahí.-
- Pues mandaremos un emisario para que nos informe con exactitud de la situación y luego trazaremos algún plan.-
Se juntó un grupito de cinco, decidido a volar por la zona para traer una versión fiel de los acontecimientos.-
No pasaron más de diez minutos, cuando las abejitas retornaron a la colmena, con muy malas noticias. - Le informaron a la reina que la amenaza era real, que eran muchos hombres con máquinas y que ellas estaban en grave peligro, pero aún quedaban otras colmenas en el monte, y que sería necesaria la reunión de todas para poder vencer a los hombres.- La reina se reunió con las otras reinas para realizar una estrategia.- En poco tiempo se repartieron cada una sus propias tareas, unas debían ir a avisar a las demás para lograr un buen ataque, otras afilaban sus aguijones para la lucha.-
La mañana avanzaba rápidamente y las abejas ya tenían casi todo pronto, a cada minuto llegaban más soldados de las colmenas vecinas, mientras la reina calculaba lo que necesitaría para asistir a la colmena que estaría indefensa ante el enemigo.-
Cuando todo estuvo listo la reina las reunió a todas y preguntó:
- ¿ Estamos en condiciones de atacar ahora?.-
-Si, respondieron a coro – podemos atacar, perderemos muchos de los nuestros pero salvaremos nuestra colmena y la de nuestros vecinos.-
- Ordenen a los emisarios que recorran el monte y den aviso a las demás.-
Dos grupos pequeños se prepararon y comenzaron a volar por todo el monte.-
El ruido de las sierras se hacía cada vez más cercano, por lo tanto debían apurar el ataque.-
Cuando todo estuvo coordinado, salieron miles y miles de abejas de todas las colmenas del monte, eran tantas que formaron una enorme nube de color pardo que de lejos parecía ser una repentina tormenta.-
De pronto las máquinas pararon y los hombres echaron a correr despavoridos sin tiempo siquiera para recoger sus herramientas.- Fueron atacados tan cruelmente por las abejas que algunos debieron ser hospitalizados.- Las abejas también sufrieron muchas pérdidas, pero salvaron sus casas y por mucho tiempo reinó la paz en el monte.-

 

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Noeli Belzarena Testa
Salto, Uruguay
2007- 1er. premio de la Dirección de cultura de la Intendencia Municipal de Salto y la Sociedad Española 2007- 1er. premio Intendencia de San José - Escilda Paulier 2008- Mención Club de Leones de Rocha. Concurso Internacional 2008- 3er. Premio cuento infantil en AEDI (Asociación de Escritores del Interior) 2009- 1er. Premio Cuento AEDI 2009- 3er. premio casa de la Cultura de San José 2010- Mención Club de Leones de Rocha. Concurso Internacional. 2010- 1er. Premio Club de Leones del Buceo de Montevideo. Concurso Literario Melvin Jones 2010- Mención Casa de la Cultura de San José 2011- Mención Cuento infantil AEDI 2011- Mención Club de Leones Rocha 2012- Mención Categoría Ensayo AEDI 2012- Edición del Libro LA CASA DE LAS DOS FRONTERAS editado por Rumbo Editorial ANTOLOGÍAS En Editorial Nuevo ser en los años 2006 y 2008 Con el grupo Sociedad de Escritores Salteños titulada PALABRAS AL VIENTO Con Editorial Rumbo Titulada JAZMINEZ EN INVIERNO
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